sábado, 23 de abril de 2011

нay perѕonaѕ (I)


Hay personas que faltan porque no están.
Y personas que están, pero aún así, faltan.

Hay muchas clases de cegueras. Sea cual sea ésta, llega un momento en que la venda desaparece y la realidad cae ante ti.

Mi venda se marchó hace unos días.

La admiración que arrastro desde pequeña y el enorme cariño hacia esa persona han hecho que sean pocas cosas las que he valorado negativamente sobre él.

Hace poco comprendí que la admiración y el cariño eran de tal magnitud, que no me había dado cuenta de cuánto me falta en mi día a día.

Me falta un gesto, un consejo, una despedida y un recibimiento. Me falta una pregunta, una conversación significativa. Me faltan incluso las peleas.

Me faltan fotos, sonrisas, besos. Me faltan palabras cariñosas, palabras críticas, palabras de aliento.

Me falta un universo de hechos insignificantes que veo cada día entre personas que me rodean.

La venda me ha permitido ver, pero antes me equivoqué: no se ha marchado. No puedo evitar admirarlo y quererlo, y recordar toda mi infancia pegada a él.

Con venda o sin ella, es una de las personas más importantes de mi vida.

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